
El espacio experimental del trance generativo es un lugar donde podemos crear nuevas dimensiones de realidad. Es un vehículo sumamente útil para navegar el viaje de la conciencia, el corazón mismo de una vida con propósito. Es una travesía a nuevos territorios, a crear nuevas realidades, a transformar la conciencia, sanar heridas y evolucionar a estados más elevados de conciencia. Es el resultado de 4 principios, (1) felicidad, (2) salud, (3) servicio a los demás, (4) sanarnos a nosotros mismos, a otros y al mundo. Para comprender como el trance generativo activa estas capacidades podemos examinar las siguientes premisas principales:
La conciencia es primordial.
La conciencia crea el campo cuántico del inconsciente creativo, el cual construye el mundo clásico de la mente consiente.
La mente crea y navega mapas representacionales del mundo (o de los mundos).
Estas premisas conforman las bases para comprender el trance generativo como práctica que integra a la mente consiente con el inconsciente creativo, llevando a ambos a niveles donde la transformación creativa es posible.
La vida, un viaje de la conciencia
El trabajo con trance generativo comienza con una premisa fundamental: es la conciencia misma la que crea la realidad. Este punto de vista ha regido los caminos místicos por largo tiempo, y en el último siglo, con el advenimiento de la física cuántica, está obteniendo cada vez más aceptación. En contraste con la visión materialista que ubica a la conciencia como un epifenómeno que surge de los estados mentales, esta nueva mirada considera que la realidad clásica es creada por la conciencia en interacción con las ondas del campo cuántico. Estas ondas del campo son “realidades virtuales”, es decir, existen como posibilidades infinitas, no de hecho. Cuando una conciencia que observa se relaciona con el campo cuántico, “colapsa” la onda virtual “del campo de infinitas posibilidades” a una realidad específica. De acuerdo a esta visión: sin conciencia no hay realidad. La conciencia está en todos y cada uno de nosotros.
Por cierto, este punto de vista contrasta radicalmente con la forma de pensar tradicional de occidente. Tal como lo señalara el físico David Bohm, ésta nueva visión surge de experimentos sorprendentes tales como (1) electrones que se mueven en forma discontinua, saltando de una órbita a otra, (2) electrones que aparecen ya sea como partículas o como ondas, dependiendo de si una conciencia las observa, (3) influencia no local, es decir que una partícula puede instantáneamente (y más rápido que la velocidad de la luz) influenciar a una partícula a distancia. Descubrimientos recientes demuestran que gran parte de nuestro universo (alrededor de un 96%) consiste de materia oscura y energía oscura. Estos descubrimientos indican que el tiempo/espacio clásico no es lo primario.
La conciencia tiene un papel fundamental en el trance generativo; percibimos a cada persona con un infinito potencial para la acción creativa. Ciertamente, no es una tarea sencilla realizar este potencial. Por lo tanto, para embarcarnos en esta aventura, el foco principal de la labor es alentar al desarrollo de una conciencia superior. Partimos de la creencia que la conciencia está evolucionando, aunque lenta y sinuosamente, en muchos niveles. El desafío radica en acelerar ese desarrollo. En la ejecución, el practicante de trance generativo se sienta con su cliente a “meditar en la relación”, albergando ideas tales como: “algo está despertando”, “estoy seguro de que esto tiene sentido”, y “algo está intentando sanar”. En consecuencia, gran parte del proceso se trata de asegurarse que tanto el cliente como el practicante se encuentren en un estado generativo que les permita realizar estas posibilidades. Este es el propósito de la inducción hipnótica, elevarse a un estado superior de conciencia donde el aprendizaje generativo sea posible.
Para desarrollar este estado prestamos atención especialmente a los momentos en que la energía de la persona crece o se intensifica, cuando la conciencia deja de limitarse al estado de “trajín diario” de identificación con el ego. Puede producirse a través de un evento positivo, como cuando nos conmovemos por el amor, o nos abrimos para contemplar lo bello, o nos sentimos elevados frente a la presencia de lo estético. No obstante, puede presentarse también mediante un evento negativo, habituales dentro del marco terapéutico, tales como los miedos, las adicciones o las experiencias donde se pierde el control. Estas experiencias son como capullos de los “trances naturales espontáneos” por medio de las cuales el inconsciente procura dejar de lado viejos “mapas” para sanar, transformar o crear algo nuevo.
El éxito dependerá de la calidad de la relación humana con la experiencia, es decir, al conectarse la conciencia con las experiencias crea un evento positivo o negativo. Si un evento es positivo (“generativo”), algo bueno ocurrirá (transformación), en cambio, si se procesa en forma negativa (o “degenerativa”) se tendrán resultados negativos (síntomas). Para generar un trance generativo, comenzamos sintiendo en forma positiva que algo está tratando de despertar, y luego creamos un estado de conciencia generativa que permita que ello ocurra. De este modo, el trance generativo da luz a una nueva conciencia en el mundo.